sábado, 27 de abril de 2019

Sartoire exige pluralidad. Pide ser invitado a Consentidas y que también exista la participación en el programa de los demás precandidatos electorales.

Lo transmitió a la prensa luego de ver el mencionado programa, el sábado 27 de Abril, con Juan Sartori como invitado.


"Lamentablemente no podrían invitar a mi abuela", dijo. "Pero sí habría otros personajes de mi vida que atestiguarían que soy un tipo de la planta; incluso que fui un gran niño", concluyó el precandidato independiente. Esto fue visto como una presión a los ojos de la producción, quienes comentaron: "No sabemos quién es Marcel Sartoire"

viernes, 26 de abril de 2019

"El derecho a huelga es algo a lo que tiene derecho de avasallar todo gobierno que pretenda dirigir un país próspero" aseguró Sartoire en entrevista con Tintas Rojas.

Es una de sus promesas de campaña. También buscará reducir el número de carritos de hamburguesa por el alto colesterol que generan y "que paga el pueblo el tratamiento vascular, tanto o más que el cáncer de pulmón", dijo.




El candidato independiente Marcel Sartoire, se refirió este viernes al tema de la ocupación y desocupación de Montevideo Gas, resuelta tras fallo judicial: "El derecho a huelga es algo a lo que tiene derecho de avasallar todo gobierno que pretenda dirigir un país próspero", dijo. 
Preguntado acerca del nombre de su partido y de si habría juntado ya las firmas necesarias para constituír el mismo, este dijo: "No resolveremos el nombre del partido hasta no elegir qué número de lista elegiremos... somos quinieleros viejos". 
Se espera que en las próximas veinticuatro o cuarenta y ocho horas se termine de dirimir este vacío nominal y numeral, para ser debidamente presentado ante la corte electoral, y así se sume al contexto de las internas, de manera formal, una nueva opción para el futuro gobierno. 

lunes, 10 de febrero de 2014

La Mañana


 Amenecí boca arriba en el sillón rojo en el que, alternadamente con un colchón en el suelo, duermo hace siete años, y son lo que yo llamo mi cama.
El calor me tiene en su baho por lo del techo de chapa, y a pezar de que la única ventana está cerrada a cortina, por dentro y por fuera, y que no se escucha ni el canto de un pájaro: la mañana suena a Mozart sin música alguna. Yo la sé espléndida. O, quizá, la hago así, sin importar encapotamientos del cielo con sus lluvias, vientos, o fríos intensos con sus molestas cortinas de agua; es verano, y aunque alguna de estas situaciones climáticas no pudieran darse, eventualmente me serían, como mínimo, indiferentes.
Ésta nueva mañana está dentro mío tanto como lo estaban los yugos que al fin vencí, como una fuerza rozagante y pujante por salir a acaparar el día y todos los próximos días, en un Allegro con brío insoportable de aguantar un minuto mas.
Lo gris, lo densamente gris, se fué. O lo hice ir. Las melancolías casi absurdas, la sensibilidad extrema al punto de crear claustros, el mal a mí mismo, y las compulsivas desganas, no tuvieron derecho a prórroga en mi desición de que me desalojen el cuerpo y la psíquis de forma y manera inmediatas. Ya, no sé cómo ni quiero entrar en ese tema, pude hacer a un lado la idea de que pase lo que pase voy a morir, en lo temprano o lo tarde; para cambiarla por la incipiente certeza de que voy viviendo cada día, para escuchar a Beethoven, tocar el piano, escribir, verte.
Lo perdido y el desamor, ya no tienen peso. O los hice no tenerlo. Los estadíos al borde de la muerte de quien me dió la vida, la cierta muerte de quien fue su amado cómplice en dármela, bomitaron sobre mí su martiro hasta hoy, no mas. La paranoia, las cábalas, los ritos imperativos que no me dejaban ser libre en el querer y el obrar; fueron dados de baja a pura fuerza de mi razón e intelecto. Me enseñé a saberlos absurdos.
A aquellos años de niñéz en la ciudad vieja, cargados de sueños de incendios, de cuasi alucinasiones de hombres con martillo asomando por la ventana desde afuera, y de recuerdos siniestros de experiencias que no habrían podido ser posibles si contaba yo con mas de tres o cuatro meses de edad, los cambié por los de las bajadas a la rambla a futbolear, andar en la bici nueva expropiándole el derecho de tirarme si no la usaba con las “rueditas”; y los momentos de maravilla observando a mi abuelo en plena creación al torno, pariendo formas para un ajedrez de pino brasil.
Pero hoy, toda tristeza es pasado. Por eso hoy mi vigor le puede al miedo. Por eso hoy no voy a desear que el pasado sea mejor, ni que todo esté perfecto, como en mi burbuja de infante.

Porque sé que hoy tengo todo el poder de esta desición en mis manos. Porque puedo hacer de lo que me quede de vida lo que quiera, por mía e inarrebatable. Por eso, por no atravesar el suplicio de tener que vencer todo esto otra vez, es que ni hoy, ni mañana, ni nunca mas, voy a volver a salir de lo que yo llamo mi cama.

sábado, 8 de octubre de 2011

INSTINTO A CORTO PLAZO

INSTINTO A CORTO PLAZO by Marcelo Sartorio

Instinto a corto plazo


Fui perdiendo el instinto a corto plazo…
Cuando la madrugada usó su lazo
para juntar los retazos que yo no podía encontrar…
y mira que sé buscar…

Fui perdiendo la idea de cautela…
fue dejando mi cuerpo a tu tutela
que amainó la colgadera que no me soltaba mas…
y mira que sé escapar…

Y la noche bajó y se puso azul
como música en laúd
bien bohemia y límpida.
Vino a mí para hacerme deshacer
desamores del ayer,
tan azul que encandila.

Fui matando mis inri´s con tu espalda…
Y mis años de sobra, de tu falda
fueron volados y enaguas y en tus manos, mazapán…
no los quiero donde van…
 

Y mira que creía esto distante…
Pero vino el rector de los instantes
Y hoy no busco mas garantes de este diáfano lugar…
Y eso que sé litigar…
  


miércoles, 7 de septiembre de 2011

Bio (Extraída de mi página de MySpace)


Bio:

El nacimiento de Marcelo Sartorio en este Big Bang aconteció en Montevideo -Uruguay , una ciudad pequeña de un aún mas pequeño país (?) situado y delimitado políticamente en América del Sur, en la Tierra, un bastante esférico planeta del sistema solar de la galaxia Vía Láctea, lugar relativamente fácil de encontrar (para algunos) en el universo conocido, el quince de Septiembre de mil novecientos setenta y tres. Ni a él le importa ni a nadie debería importarle los estudios que cursó. Negligentemente -quizás, y sin quizás- deposita su esperanza puntualmente en el ahora sabiéndose una mota entre tanta vastedad.
Su música es mayoritariamente vocal, más éste es su sitio para las obras netamente instrumentales, (claro está haciendo a un lado el concepto de que la voz humana es también un instrumento) Lo exhibido en este blog tiene como base y estructura fundamental las formas musicales desarrolladas por el hombre en el período clásico - romántico, al que él define (amén de detractores, rebeldes y gritones) como la mezcla mas sublime entre el tiempo y las notas que se aman a la que se ha alcanzado llegar en la física sonora que hoy impera.
No vive de su música, ella solo es él. Trabaja dando clases de Piano, Bajo, Guitarra, Solfeo, Armonía y Composición en un pueblito del departamento de Canelones llamado Solymar o Lagomar, en su casa, y en dos institutos. Representa también el papel de Paul Mc Cartney en una banda tributo a Beatles llamada The Beatales. Es Ludwig Seven Three para parte de su obra vocal e integra el dúo pop ANTONIA, junto a Gabriela Rama bajo el nombre artístico de Kirck Kircklinck, (ambos encontrables en MySpace).
Incursionó alguna vez en pintura, esculpió su persona a fuerza de juegos, creyó que hizo unos cuentos y ahora, en la madrugada, tomando un vaso de vino y sosteniendo uno de los cigarros que nunca va a dejar, escribe su biografía en tercera persona. ..de los cigarros que nunca va a dejar, escribe su biografía en tercera persona. ..

lunes, 5 de septiembre de 2011

Tipeo 1

Mientras que negligentemente espero un saludo para conmigo, me doy cuenta que ya no son horas de abocarme a dicha hueste.
Es tan gordo lo que me pide que lo adelgace en esta existencia mía, que acabo de entender el imposible. Y aunque colgarse en tal labor titánica tornaría en héroe a cualquiera que la asumiese… yo aún persisto en la duda de tomar esa rienda.
La vida no es lo mío, al menos ésta.
El lugar donde se lleva a cabo la batalla me es tan inabordable y tan ajeno que apenas me otorga el dudoso regocijo del encierro, la distancia y el olvido voluntario de lo que sé inviable, incidental, o pasajero.
Y ahora, que voy a acostarme porque no me queda más que sacar la cabeza de este lado y acomodarla a la rutina de mañana, lo que fue el gran punzante de las primeras frases, lo sé, se dormirá, una vez más, conmigo.

domingo, 4 de septiembre de 2011

De hastíos y letargos.

Light, Light… todo es tan suave que cabe decir que es tan Light, que va a levitar.
Blue, blue... ¿Ésta quietud que hoy arrasa es el blue de tu blues? ¿O sólo soy yo perdiendo el color.?

¿Qué hago en ésta ruta circular?
¿Qué hago en éste baile sin música?
Cuando empiece a despertar, sabré…

Full, full, viene tan lento éste vértigo que estoy a full, buscando escapar.
Down, down,  como una lluvia de plumas tan lenta y tan down, que insiste en mojar, que es un temporal…

¿Qué hago en ésta ruta circular?
¿Qué hago en el desierto  yo quiero ciudad?
Cuando empiece a despertar, sabré…

Me declaro en guerra con vos.
Tengo el pecho lleno de mal.
La piedad y la desidia, de mi mano van…
Corre en toda vena de mí,
ganas de gritar, frenesí:
corren tantos que no es fácil, seguir así.

¿Qué hago en ésta ruta circular?
Y con tantas ganas de parar…
Cuando empiece a despertar, sabré…

Lo que llevo escrito...

Estuve dentro, de su corazón.
Sístole y diástole, boom y boom .
Hoy le desnudo de botas, pies.
Y está en un hilo, volverlo a hacer.

Estuve dentro, de su ranking top.
Como romántico, sufridor.
Lo muy eterno, saludó y se fue
Nunca conmigo, quiso saber.

Ni cruces, ni cábalas
Me libran de lo que escribo.

Fue todo tan puro, que debí saber;
Que el lado oscuro me iba a sorprender,
en mi inocencia, de purrete fiel
con su mala calaña, de pura hiel.

Mis instrumentos siguen pidiendo más y más…
Y a barlovento mi vida sin nada se va.

Ni cruces, ni cábalas
Me libran de lo que escribo.


Estoy solo y me regalo al asesino.
Estoy sucio y me enredo en esa red.
Voy borracho confesándole al destino,
que estoy viejo y no sé ya mas que hacer.

Ni cruces mas , ni cábalas
Ni reventar ni ser papa
Me librarán de lo que llevo escrito.

miércoles, 8 de junio de 2011

Y en la terminal....


Si me buscaba, me encontraba en la terminal Tres Cruces, intentando llenar con algo las tres horas que me separaban del abordaje del bus.
Buena parte de ese relleno, y teniendo en cuenta las pocas horas de sueño que tuve en la noche de la víspera, podía ocuparla con una reparadora siesta.
A dicha consecución me abocaba cuando sobrevino el primer patinazo; abrupto, vertiginoso, sin darle chance al mas mínimo reflejo, como si ya estuviera dormido y protagonizando uno de esos sueños en los que le pegas al de al lado y quedas alterado por unos instantes mientras preguntas que te movió, en el asiento amarillo.
Pero no.
Patiné despierto y en absoluto estado de lucidez. Es que era casi invierno y mis afelpadas ropas para ayudar al abrigo no conocían forma de oponer resistencia a un banco de estación de buses, pequeño, con forma de taza de té partida y lustroso a más no poder.
No me enoje.
Con el deslizamiento segundo fue cuando comenzó la comezón de la ira en mí. Y lo llamo deslizamiento porque fue, entre posición inicial y final, imperceptible en su desarrollo.
Comencé cruzado de brazos, con la cabeza levemente inclinada hacia un costado y apuntalada por a espalda bien erguida; y culminé con la cintura donde hasta hacía dos minutos estaban mis nalgas., los brazos seguían cruzados pero con los codos enganchados en los posabrazos del asiento forzando a trabajar aún más  a la musculatura de mi espalda ahora convexa.
El malhumor del sueño se sumaba a mi sueño y me atacaba cual enfermedad autoinmune. Que ya no iba a dormir era sentencia, así que decidí conformarme con tomar solamente un descanso y si Morfeo me tomaba, resbalándome o no, mejor.
La imaginé caminando, ye de vuelta, por Acevedo Díaz hacia arriba, con el collage entregado y en pleno regocijo por eso y por haber hecho todo lo planeado en tiempo record e imaginándose en Piriápolis. Venía por la vereda al Sol y poniéndome en riesgo vital en cada esquina, en cada acceso de tos, en cada baldosa levantada.
Se sentó a mi lado, no abrí los ojos. Aún no era ella, que recién andaría por cruzar Dieciocho. La escuché hablar por celular y no me molesté. Escuchaba el aviso de la próxima partida que se mezclaba con la conversación de ella y con el ruido de los bancos. ¿¡El ruido de los bancos!? Abrí los ojos. Un niño que no pasaba el año y medio se apoyaba en el respaldo de su asiento en la cadena, se trepaba y se dejaba caer. Deje de mirar cuando se acomodo tranquilo junto a la celuloparlante pero los parpados se me levantaron solos a causa, quizás, de mis córneas inyectadas en rojo cuando volvió a hacerlo. Nunca, me dije, un ser tan inocente me aceleró tanto la estructura molecular de mis genitales. Pero al instante caí en la cuenta de que él podía ser inocente de cuanto quisiera, menos de justo lo que me enardecía: sacudir mi aposento junto con las últimas esperanzas de descanso y recuperación que me iban quedando.
Al sueño, la furia y el hartazgo los cociné juntos para, al menos, regalarme una rica comida de crueldad y mofe de los diversos especímenes de humano que transitaban la terminal y que sería deglutida en un plato de escudriñamiento y análisis psicológico a través de la sola apariencia de los mismos. Así fue que vi a esa mujer de unos treinta y ocho o y nueve que hacía poco se había casado con un tipo bastante mayor y con dinero que le había dado un hijo casi como otra forma de retenerla sin saber que ella no lo perdería por nada, y eso se veía claramente en sus zapatos. Y el hombre emprendedor y de traje sin corbata que vino a sentarse en frente mío rodando una de esas maletitas a las que se les pliega y repliega la manija. Era un Business man a punto de abordar un American Airlines para ir a una venta en Portland desde Kentucky, pero yo supe en seguida que era un casi edípico que se escapaba un fin de semana para ver a su mama en algún pueblito de trecientos habitantes y no mas lejos que donde puede llegar un cartucho.
Pensaba en el abrazo con su madre y en ir a saludar a las gallinas cuando, y aquí fue el momento en el que dios pareció entrar por la claraboya del shopping,  intentó sentarse y la taza de té que le tocó por elección casi lo deja en el suelo al bambolearse de manera tan inesperada para él como para mí. “Esta roto” dijo al de al lado, como si tremenda inteligencia lo eximiera de no haberla ejercido unos segundos antes de acomodar sus ancas.
Se posó en otro lado y le perdí el interés.  Pero mi atención quedó en esa maltrecha silla y en la futura víctima que se cobraría.
Nadie rumbeaba para allí y ella ya debía de estar por llegar, salva, y mis nervios se dedicarían a otra cosa, como desaparecer por ejemplo.
Pero dios, que se ve me tentó con su primera aparición y luego hizo lo de siempre, dejarme con las ganas, terminó de probarse anillos y lentes negros en los locales comerciales y me mandó a una señora de avanzada edad en movimiento uniforme y rectilíneo hacia el banco podrido: me relamí. Pero el todopoderoso me abandonó otra vez cuando el infaltable enviado del demonio del banco de por medio le advirtió: “Está roto señora”, y ella que debía ser católica apostólica romana porque usaba lentes y por ende muy bien no veía, calló en el embauque y se marcho agradecida a rezar por él y a apoyar sus bienaventuradas pompis a otro lado.
La eterna pugna entre el bien y el mal, evidenciada frente a mí, fue demasiado. Sus rulos ya eran realidad entre la gente y yo no tenía que dormir ni que psicoanalizar ni que reír ni que escribir. Solo, mientras a ella le faltaban unos pasos para el beso, me quedó concluir que en la terminal los parlantes de circuito cerrado por donde se advierte la próxima partida, suenan muy bajito. Es fácil no escucharlos y perder el bus. En una sala de espera de una terminal así, los asientos han de ser incómodos, la gente no debería poder dormirse en ellos.